Clasificación de abuelos

Hace exactamente cuatro años que perdí a mi abuela materna. Hoy dedico este post a todos los abuelos y abuelas, a los que clasifico en dos grupos: los que consienten y los que no lo hacen. No es ni malo ni bueno que los abuelos “malcríen”, siempre que no sea excesivo. Tampoco tiene nada de malo que decidan ser como unos padres y que regañen las veces que haga falta.

Está claro que, cuando eres pequeño, prefieres a los que te compran muchas cosas y te permiten dejar la comida que no te gusta. En ese grupo entra mi abuela paterna, que nos sacaba de paseo y volvíamos a casa llenos de regalitos, nunca se trataba de grandes cosas pero te ibas tan feliz… También nos dejaba dormir con ella en su cama y pedir pizza para cenar, entre otras muchas cosas.

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Mi abuela paterna con Alfonso. Obviamente, con 90 años, no se encarga de bisnietos pero sé que les dejaría hacer de todo.

En este grupo, desde que soy madre, incluyo también a mi padre, obviamente con mis hijos; con nosotros hizo la labor que le tocaba, la de padre. Siente debilidad por Alfonso y Rafa, y se queda con ellos cuando yo tengo alguna cosa que hacer, pero no puedo pedirle que les dé la merienda y la comida porque no se ve capacitado para sentarles en la mesa y hacerles comer un puré o un plátano. Su cometido es entretenerles, y punto.

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Mi padre con Rafa.

En el otro grupo de abuelos, en el de los que riñen y ponen orden, estaban mis abuelos paternos, especialmente mi abuela. Era una de esas mujeres que marca, con una personalidad arrolladora y de las que no se callaba nada de lo que pensaba. Aún recuerdo cuando hice un comentario sobre mi abultado trasero en una de las pruebas de mi vestido de novia y ella dijo: la verdad es que no sé de quién lo habrás heredado. Genio y figura.

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 Mi abuela tenía razón, no sé de quién he heredado el trasero grande, de ella seguro que no 😉

Era exigente y reñía si tenía que hacerlo. Y aún así, la queríamos con locura. Perdió a su único hijo varón a los 33 años, y ese es un golpe por el que no debería pasar ningún padre o madre del mundo. Y en este grupo, incluyo a mi madre porque sé que mis hijos no la van a “torear” fácilmente y que si no deben hacer algo porque yo no les dejo, mi madre tampoco lo va a admitir.

Son dos clases de abuelos y abuelas distintos. Es obvio que prefieres tenerlos del primer grupo cuando eres niño pero, cuando ya eres más mayor, agradeces ciertas regañinas y valoras mucho todo lo que te dijeron los del segundo. Lo que está claro es que se les quiere,¡ y mucho!

2 comentarios

  1. Carmen, me ha encantado este post! me ha hecho recordar a mis abuelas, que se fueron hace ya 5 años y las echo muchísimo de menos! me acuerdo de ellas cada día y me da pena que no hayan conocido a Mateo… sin duda habrían sido unas bisabuelas que consienten!!! como abuelas eran de las que dicen sí a todos los caprichos de los nietos, pero sin olvidar la «ley y el orden»…. no nos dejaban pasar ni una rabieta!

    1. Gracias Virginia!!!! La verdad es que no sé qué tienen las abuelas que, consintiendo o no, se las quiere un montón… Yo sufrí mucho cuando murió porque fue un mes después de mi boda y nadie me había querido contar la gravedad del cáncer que padecía.. Y como a tí, me hubiera encantado que conociese a Alfonso y a Rafa, además Alfonso se parece al hijo que ella perdió, en fin…muchos recuerdos!!! Gracias por tu comentario, ahora toca que nuestros hijos disfruten de nuestros padres y viceversa..un besín muy grande!!!!!

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